Película de poco más de 11 minutos en la que se trata el tema de la adicción a los videojuegos, las drogas de diseño y el alcohol en clave de acción, combinando la violencia de la imagen real con la de juegos de videoconsolas. Fue rodada con cámara analógica en Sevilla por Pablo Castro y por mi mismo en el verano de 2000.
Raúl Cabral.
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